miércoles, 8 de marzo de 2017

Zaballos; Guardianes del encaste Saltillo


Aún es de noche en Cabeza de Diego Gómez, el silencio se apodera del lugar en el que Miguel Zaballos cuida a sus peculiares “Saltillos”. Sus toros disfrutan de los últimos instantes de esta cálida noche de primavera, antes de que las labores de campo den la bienvenida a otro nuevo día.

A lo lejos, por la angosta carretera que une El Villar de los Álamos con esta pequeña pedanía de Sando, aparece Miguel Zaballos con su picap blanca, “Puntualidad inglesa”, suelta para recibirnos con su bondadosa personalidad.

Aún no vemos nada,  es el sonido de las pisadas el que nos hace adivinar la cercanía a la que se encuentran de nosotros los “saltillos” de Miguel. Cada vez más madrugador, el sol comienza a dejarse ver y nos muestra la silueta de los toros que tienen preparados para esta temporada. Las afiladas puntas acarician el tenue sol y le ayudan a comenzar su jornada.





“El ganado bravo llegó a mi familia casi por casualidad, mi abuelo era un tratante y se le presentó la oportunidad de alquilar una finca en propiedad de Arguimiro Pérez Tabernero, “Muchachos”, al tener ese trato con Argimiro, más tarde surgió la posibilidad de comprarle unas vacas que él había comprado al Marqués de Saltillo y así comenzamos. Esto fue en el año 1963 y mis hermanos y yo seguimos con el mismo encaste”.

El trapío que muestra la cabecera de camada es impresionante, con sus particulares hechuras. Han creado un toro, que por su morfología, nada más verlo adivinas que está herrado con la M redondeada que distingue a los pupilos de los Herederos de Don Miguel Zaballos.






Los suaves rayos de luz resbalan entre las hojas de las milenarias encinas para alumbrar la viveza de la mirada de las vacas. El guardián del tropel de nombre “Tormento”-21, las tiene acosadas, es un semental joven y no deja que nadie se acerque a sus “novias”, las conduce y aparta hacia otro lugar del cercado en el que nuestra presencia no las moleste, mientras que con su expresiva mirada nos invita a que nosotros también nos apartemos.








“Nuestras vacas son muy finas, el verdadero prototipo de vaca de nuestra ganadería es la que tiene el hocico afilado y normalmente es cornipasa, una de las características que tienen también es la expresión en las miradas, en el campo parece que se te va a arrancar en cualquier momento, pero ya ves lo tranquilas que son. La universidad de Madrid ha hecho un estudio y los resultados dicen que es lo más puro de Saltillo que hay”. Nos cuenta Miguel.



La tranquilidad empieza a reinar y la vacada comienza a mostrar su parte más natural. Algunos becerros gozan del abrigo y cariño que sus madres les ofrecen, mientras que otros, en una oportunidad de independencia, paladean los tenues pastos primaverales o se frotan plácidamente en el tronco de una encina.









“Esta finca tiene unas 1.000 hectáreas, pero al bravo están destinadas unas 140. Es bastante uniforme, tiene una parte de monte y otra de pasto, hacemos rotaciones en los cercados y así guardamos la hierba para que nos dure más”.

“ La auto sostenibilidad del ganado bravo es imposible, por eso tenemos otras 500 vacas mansas y otras tantas de puro berrendo en colorado. Además estamos probando fecundaciones in vitro para mejorar la producción. Nos tenemos que adaptar a las nuevas tecnologías”.




También han creado un centro de ocio en torno al toro llamado “Faenas Camperas”, en el que muestran a la gente su ecosistema.

El tractor que raciona la comida ha pasado hace tiempo y alondras, gorriones y palomas aprovechan los últimos granos de pienso que los imponentes Zaballos han desperdiciado.




Los toros comienzan a acostumbrarse a nuestra presencia y nos invitan a su intimidad, mostrando su parte más vulnerable, el calor empieza a adormecerles, curiosa escena la que presenciamos.






“El año pasado lidiamos un toro en Céret, que salió de sobrero al que cortó una oreja Pérez Mota, y un novillo en una concurso en Mont-de-Marsan, que gracias a él, nos han pedido un toro para Vic Fezensac para el año que viene”. Prosigue.“ Si vuelves el año que viene te diré lo mismo, que he lidiado uno o dos toros, ríe. Gracias a los festejos populares podemos dar salida a todos nuestros toros, y además económicamente es mucho más rentable”.

La entretenida conversación continua en la pequeña sala que guarda los recuerdos más gloriosos de la familia Zaballos. “ Los toreros nos tienen olvidados, es que nuestros toros se mueven mucho, para bien o para mal, pero también tienen mucha fijeza y humillación”. Al fondo, la cabeza de un novillo lidiado en Ledesma “Era una novillada concurso, me traje su cabeza como premio al novillo más bravo” sigue recordando “Ya que hablamos de Ledesma, Domingo López Chaves, aprobó a uno de nuestros sementales “Escudero” dijo que era el toro más bravo que había visto ese año”.



La jornada toca a su fin y nos despedimos de Miguel, animándole a seguir con su dura labor. La falta de diversidad en las ferias hace que poco a poco el Campo Charro se vaya apagando, sus ganaderos, por afición al toro,  siguen manteniendo estos encases que nos han hecho creer que no son aptos para la lidia moderna. ¿Tiene que adaptarse el toro al torero? O ¿ Es el torero el que tiene que adaptarse al toro?. En Cabeza de Diego Gómez, siguen siendo los guardianes del encaste Saltillo, si algún día los aires cambian, seguro que ellos estarán ahí para aportar su forma de sentir la fiesta.



martes, 14 de febrero de 2017

“Concha y Sierra; refugio vazqueño exiliado a Francia”

Es junio de 2015, la primavera ya ha pasado y el protagonismo invernal del campo comienza a trasladarse a las plazas de toros de pueblos  y ciudades, en las que los ganaderos verán el fruto de su laboratorio de bravura.

El día se ha despertado despejado, el viento Mistral amigo fiel de estas tierras ha expulsado del cielo a las nubes, mientras que a nosotros el pequeño cartel de “Valverde” nos invita a entrar.




Jean-Luc Couturier nos espera en su oficina, las instalaciones de la finca son envidiables, parece ser que con sus vacas de Concha y Sierra, también vino un trozo de Andalucía, bien podría ser un cortijo andaluz, pero al saludarnos, “Bonjour”, nos damos cuenta que el rumbo de esta ganadería ha cambiado.




En “Coste Haute”, finca situada en plena Provenza francesa, en la localidad de San Martín de Crau, no muy lejos de Arles,  conviven dos ganaderías de una importante carga genética: El Cura de Valverde y Concha y Sierra.

Esta finca anteriormente era una reserva de caza, por ello, ha sido costoso adecuarla a su nueva función, además, en ella se encuentran tres ecosistemas diferentes: 60 hectáreas de bosque, 100 de pradera y 40 de marisma de la cual Jean-Luc sube agua para regar los cercados.




En el año 2012, vendí mis empresas y decidí jubilarme. Al día siguiente de vender las fábricas, me fui a la plaza central de mi pueblo. Otros jubilados jugaban a la petanca. Me ofrecieron jugar con ellos pero cuando lancé la primera bola, cayó por desgracia en el pie de uno de ellos. Así que probé jugar a los naipes con otros jubilados, pero como tampoco sabía jugar a ello, decidí hacerme ganadero por mi gran afición” Nos cuenta con gracia Jean-Luc, su peculiar historia.

Realmente, decide serlo mucho antes .En 1990, presencia en Ales una espectacular corrida de El Cura de Valverde, al salir de la plaza, dijo a un amigo suyo ganadero que algún día compraría toros de Valverde y así fue 25 años después.

En el año 2012, adquirí a los herederos de El Cura de Valverde la totalidad de la ganadería y el hierro .Volví a España con el propósito de comprar sementales de la rama Conde de la Corte, ya que los que traje de Valverde se mataron, al no encontrar lo que estaba buscando, me enteré que la familia García Palacios tenía pensado vender uno de sus hierros, el de Albarreal, yo le dije que las vacas que me interesaban eran las de Concha y Sierra,  encendí un puro y pasados unos minutos cerramos el trato”.

Ya entrada la mañana, el calor comienza a apretar y los utreros de Concha y Sierra lo combaten como pueden. Jean-Luc, vigila con cautela desde el Jeep todos los movimientos que ejecutan sus pupilos. Nosotros disfrutamos entre ellos observando la belleza del utrero salinero, (que bien hace gala a su nombre “Espléndido”) o  la curiosa imagen que nos ofrecen “dos gotas de agua” que se miden para reivindicar sus dominios.







La compra a la familia García Palacios estaba compuesta por 80 vacas, las camadas de añojos, erales, utreros y cuatreños y los sementales “Puntillero”, “Halconero” y “Mercenario”. Ahora nuestra principal labor es asegurar su futuro, para ello hemos puesto en marcha un plan para conservar la mayor variabilidad genética , también,  hemos seleccionado nuevos toros que están en pruebas y así evitar los problemas de consanguinidad”.


La visita inesperada rompe la rutina en el cercado de las vacas, la tarea de fotografiarlas comienza a ser de lo más complicada,  el coche apenas puede esquivar la espesa vegetación, bien nos podría recordar la escena a las que se vivieron aquí antes de que Couturier diera forma a su sueño ganadero, salvo que los disparos ahora son en forma de píxeles.

Al final, nos permiten adentrarnos en tan bello escenario, sus miradas serias y sus característicos pelajes se dejan entrever entre el ramaje, preciosas vacas las que Jean-luc salvó de un futuro nefasto.








 El tiempo se ha terminado, las presas se han cansado de que el cazador las moleste y vuelven a perderse en el bosque, pero antes, nos regalan otro bello momento cruzando el tenue riachuelo que dota de agua al cercado.







“Hasta ahora hemos lidiado 9 toros y 2 novillos, han sido camadas cortas y muchos se han destinado a la reproducción. El primero toro que lidiamos en Francia se llamaba “Bermellón”, guardamos la cabeza en nuestro salón, pero del que mejor recuerdo conservo es de “Golosino” lidiado en Arles en el año 2014, fue un novillo muy completo”.

El ganadero ha reservado para hoy el paseo semanal que da a sus toros, ellos ya se lo tienen más que aprendido, Las Alpilles enmarcan una escena cargada de sabor, es tierra de buenos hombres de campo, han de serlo para lidiar con el ganado camargues que tradicionalmente vive en la marisma, otra de las señas de identidad muy arraigada en estas tierras.







Nos vamos de “Coste Haute” brindando por la continuidad de esta vacada tan especial y con cierta pena, ya que los aficionados españoles no la supimos valorar. Preferimos el triunfalismo antes que la bravura imprevisible, hemos sucumbido ante un animal más perfecto que nunca y nos hemos olvidado de la emoción de la imperfección, exiliando de nuestro campo bravo a ganaderías que nuestra arrogancia nos hace creer que no merecen ni si quiera existir, GRACIAS Couturier por dar refugio a uno de los últimos reductos vazqueños, de no ser por tu labor, su futuro hoy en día sería otro.